sábado, 4 de febrero de 2012

Avanza el coche
en su camino,
no ahorra velocidad
en llegar a destino.

Destino,
¿cual destino?
Se pisa el freno
pues es este desconocido.

Giran las ruedas
cual ágil remolino,
ruge el motor
desbordado el río.

Chirrían las ruedas
con cada giro
aumenta la velocidad
sin conocer destino.

No están los frenos
a las ruedas unidos,
no puede el hombre
detener al río.

Está desbocado,
sigue su camino,
hacia donde
no se sabe;
es desconocido.

Pero el futuro
está delante,
atrás lo vivido,
de nada vale detenerse,
es un sinsentido.

Debe el el miedo
apartarse, resguardarse
en el olvido,
para alcanzar lo importante,
cumplir de su vida el
destino.

5 comentarios:

don fernando dijo...

Como siempre, tus versos son una sublime belleza. Leerlos es sentir y entender, es contactar con la vida de una forma tan, tan linda que te admiro y te felicito por escribir tan bien, tan bien.
Un abrazo.

Marisa dijo...

El hombre como el río,
sigue y sigue...
hasta su desembocadura.

Un bello poema.

Besos

Anónimo dijo...

te felicito, por seguir escribiendo así de bien, componiendo poesia de lo cotidiano, has mejorado mucho con los años

Fabio Dacosta Gutiérrez dijo...

Al leer tu poema he pensado en una costumbre que tengo. Hay días, al salir de la facultad, en que no me apetece volver a casa corriendo. Entonces subo al coche y conduzco, salgo de la ciudad y doy una vuelta por algún sitio alrededor de ella.

Me ha encantado el poema, como siempre =)

Un abrazo.

Anónimo dijo...

A veces se avanza y avanza sin saber realmente el destino, sin saber a dónde realmente queremos llegar.
Besines